En el medio de los valles cordilleranos, la celebración es un homenaje a las familias campesinas, a su trabajo y tradiciones. Con el apoyo de la Secretaría de Turismo de la provincia de Neuquén y de empresas privadas, la fiesta es un hecho social y cultural de gran repercusión en la localidad y sus alrededores.
En 1988 un grupo de artistas destacados de la localidad de Chos Malal, dieron inicio a una fiesta con el fin de honrar a sus pobladores y costumbres tradicionales. A partir del año 2004 logró categoría “nacional”. Una buena parte de los habitantes de la ciudad y sus alrededores se dedican a labores primarias, vinculadas con la práctica trashumante. Esta forma de producción económica implica el traslado de animales durante el invierno a las zonas bajas de la cordillera, mientras que en el verano se dirigen a los lugares de altura para aprovechar las buenas pasturas y la abundante agua.
El programa del evento está compuesto por varias actividades y espectáculos. En primer lugar, la ciudad brinda la especialidad de la región: el chivito al asador. Animal tradicional de la localidad, el plato principal es lo que le otorga a Chos Malal y a la fiesta el toque de distinción en comparación con otras similares propuestas festivas. Durante la elaboración del chivito, los cocineros portan sus vestimentas típicas de campo, muestran a los visitantes la preparación y, finalmente, sirven las porciones. Además, los asistentes pueden disfrutar de toda la gama gastronómica patagónica: empanadas, panes caseros, carnes, al calor del fogón.
En segundo lugar, el festival contempla la presentación de músicos de renombre en el escenario dispuesto en un nuevo predio, la Estación Agrozootécnica. Por el evento han pasado artistas de la talla de Teresa Parodi, Rally Barrionuevo, Los Tekis, Marité Berbel, Ataque 77 y Axel. Los grupos y solistas regionales son invitados, como fue el caso de Jonathan Lillo, Luis Ginggins, Quico Pino, el Negrito Riquelme y Atilio Alarcón. También pasan por allí cantoras populares de distintas zonas del país, payadores y animadores, que entretienen al público con humoradas y comentarios risueños.
Durante los cuatro días de la fiesta, los visitantes pueden apreciar el desfile de gauchos, jineteadas, destrezas criollas, desafío de tropillas y doma. Asimismo, los organizadores disponen una serie de stands donde los artesanos ofrecen sus producciones, mientras la música suena e invita al baile. Los fogones son otra de las atracciones que cautivan mucho, especialmente a los turistas llegados de otras regiones del país y del mundo.
Chos Malal fue fundada en 1887 gracias al Coronel Manuel José Olascoaga, con el fin de asentar en esas tierras la presencia del Estado nacional ante el dominio araucano y mapuche y el bandidaje rural. Desde ese tiempo, la economía de la región estuvo basada en la explotación de chivos por parte de las familias campesinas. Durante los meses de invierno, los campesinos se dirigen a los valles para evitar las intensa nevadas que asolan a esta región cordillerana y aprovechar los pastos. Luego, durante el verano, después de las pariciones, las familias inician junto a los animales el camino inverso: se trasladan a la montaña para asegurarse el aprovisionamiento de agua y fértiles pasturas para el ganado.
Esta actividad es practicada hasta la actualidad por más de 1.500 familias que habitan Chos Malal. La producción ganadera es una de las principales fuentes productivas y de subsistencia de los grupos humanos instalados en la zona rural. Por ello, el festejo que se inicia cada noviembre, año tras año, es una forma de homenajear una tradición prehispánica constitutiva de una identidad conservada a pesar de los cambios impuestos a lo largo del tiempo.