El principal objetivo de esta fiesta con raíces originarias latinoamericanas, que se lleva a cabo durante el Carnaval, es venerar a la Madre Tierra y generar el marco propicio para que toda la gente que quiera participar del evento encuentre un lugar de contención, seguro y familiar.
Es una versión argentina del homenaje a la Madre Tierra que los diversos pueblos originarios de América Latina, con sus diferencias locales, llevan a cabo de México al sur de la Patria Grande y de nuestros ancestros hasta hoy, lo que la convierte en una de las ceremonias más antiguas del continente. Su origen está vinculado con la fertilidad del ganado y de los cultivos. En nuestros días congrega a miles de lugareños, vecinos de los alrededores de Amaicha y de todo el valle, y a visitantes del resto de Salta y otras provincias para formar parte de los festejos que, entre otras actividades, incluyen cantos de bagualas, copleras y un tributo a la anciana mayor de la comunidad, que protagoniza un desfile por las calles del pueblo desde el trono de piedra de una carroza.
Esta mujer, la más anciana, representa a la Pachamama y está acompañada por quienes interpretan a la Ñusta, símbolo de la fertilidad; al Yastay, deidad protectora de los animales; y al Pujllay, espíritu del diablillo del Carnaval.
Por tradición, la fiesta se celebra en febrero y uno de sus principales rituales es el “Topamiento de las comadres”, en el que se venera a la Pachamama en una apacheta, se canta con caja y tiene lugar el topamiento a pie, también se tiran unos arcos hasta romperlos y se comparten productos como albahaca, masas dulces y flores; luego se baila y se juega a mojarse y embadurnarse con agua, harina, papel picado y serpentina.
Otro ritual consiste en cavar un hoyo donde se realizan ofrendas de coca, cigarrillos, alcoholes de alta graduación, vino y diversos alimentos para favorecer la fertilidad de la tierra, al igual que la de los ganados, y para que todas las familias gocen de felicidad y prosperidad. Uno de los momentos más divertidos es cuando se comienza a hacer ruido con el objetivo de despertar al Pujllay, quien de acuerdo con la tradición se durmió de borracho en el pasado carnaval, para dar comienzo a la fiesta y manteniendo el espíritu de alegría.
Amaicha del Valle es una comunidad indígena del pueblo Calchaquí que fundamenta su condición en un documento histórico muy antiguo: la "Cédula Real de 1716", firmada por los españoles durante ese año del siglo XVIII, que reconoce a los pueblos originarios de la zona la posesión de sus tierras.
Cuenta con instituciones ancestrales propias, como el Cacicazgo y el Consejo de Ancianos, y tiene un extenso territorio. La presencia del Estado provincial corresponde a instituciones como la Comuna Rural de Amaichadel Valle.
El poblamiento originario de esta región se remonta a siete milenios, y hace alrededor de 2300 años se establecieron aquí pueblos agricultores y recolectores, probablemente antecedentes de la cultura Tafí. A mediados de siglo XVI la corona española invadió la zona, pero la usurpación de tierras que los europeos venían a realizar a este (para ellos nuevo) continente se topó con un férreo obstáculo: la resistencia de los así llamados Diaguitas, en especial la presentada por la parcialidad que los ibéricos denominaron Calchaquíes, quienes protagonizaron las famosas Guerras Calchaquíes.
La primera vez que el español entró en contacto con los pueblos originarios de la comunidad de Amaicha habría sido en enero de 1543. En ese momento, dentro de su territorio convivían los Quilmes, los Colalaos, los Ancalianes, los Amaichas y los Pichaos, entre otros.
El programa de la Fiesta Nacional de la Pachamama contempla además una misa en la Iglesia de Amaicha, un desfile de agrupaciones gauchas, burraditas de Los Zazos y casamientos criollos.
Un concurso de fuellistas, el tradicional baile de la enramada, el baile criollo con bandoneón, la elección de La Alhajita y un festival folclórico son otros de los varios atractivos culturales y recreativos que complementan este evento.