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FIESTA NACIONAL DEL JINETE Y EL CABALLO Acceso libre

Este festival, que se lleva a cabo durante el mes de octubre en la localidad rionegrina de Luis Beltrán, es fundamentalmente un certamen de competencias a caballo que al mismo tiempo busca reivindicar y transmitir de generación en generación las tradiciones gauchas que configuran nuestra identidad cultural.

Mañanas de doma al intemperie, en pleno campo, con una rueda de crinas y la presentación de aficionados en la categoría grupa al mediodía son algunas de las actividades que se desarrollan en el marco de esta celebración, la cual incluye, además, el tradicional y sabroso asado con cuero, cuyo aroma ya desde temprano comienza a atraer a los paisanos, que gradualmente se acercan al fogón para compartir un almuerzo criollo.


El motivo central, y tema convocante, que reúne a lugareños y vecinos de la zona es la posibilidad de poner de manifiesto y expresar en toda su amplitud tanto las creencias como las prácticas culturales que a través de los años se fueron afianzando y hoy dan forma a nuestra identidad nacional.


 


Organizada por el grupo tradicionalista El Palenque, la jornada gaucha propone el “súper desafío de tropillas en bastos”, del que participan quince jinetes, y una oferta gastronómica con pastelitos y platos típicos.


La jineteada es una disciplina tradicional del campo argentino que consiste en aguantar sobre el lomo del bagual (animal sin amansar) durante un lapso de seis segundos aproximadamente, y está dividida en distintas categorías: crina limpia, basto, encimera, silla y grupa, entre otras.


Luis Beltrán, cuna de la celebración, es una ciudad del departamento Avellaneda, en la provincia de Río Negro. Su toponimia presenta una larga historia. El centro urbano, nacido en el corazón de la colonia de Choele Choel, recibió en un principio el nombre de Villa Galense, luego pasó a llamarse Tir Pentré –que  en galés significa "tierra de aldeas"– y más tarde se la denominó Chacra de Reserva, en homenaje a las familias de ese origen provenientes del Chubut. Por un decreto del 14 de febrero de 1911, le fue impuesto el nombre de Luis Beltrán, un tributo al fraile y teniente coronel que formó parte del Ejército de los Andes. De hecho, una versión indica que en una primera etapa se llamó "Fray Luis Beltrán" y que años después se eliminó el vocablo Fray para evitar confusiones con la localidad mendocina homónima. Sin embargo, los registros oficiales señalan que la nomenclatura legal siempre Luis Beltrán, a secas.


La historia de Luis Beltrán, así como la de la región en la que se ubica, está estrechamente ligada a las distintas campañas militares que desde Buenos Aires se enviaron hacia el sur para pactar o directamente eliminar a los pueblos originarios. El 25 de mayo de 1879 las tropas de Julio Argentino Roca, compuestas por criollos y europeos, llegaron a las tierras de la actual ciudad de Choele Choel y establecieron un campamento que con el tiempo se convirtió en un fortín.  Allí se asentaron los primeros colonos, alentados por la pronta instalación del ferrocarril que unió a la Capital Federal con las principales ciudades del sur de la provincia de Buenos Aires, en una primera etapa, y luego con el norte de Río Negro y Neuquén en 1898.


La localidad que actualmente se conoce como Luis Beltrán comenzó a ser poblada en forma estable recién en los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX, luego de la conquista del norte de la Patagonia a manos de la famosa Campaña del Desierto impulsada por Roca. El asentamiento de población tanto criolla como europea tuvo, en general, un carácter espontáneo. La única excepción la constituyó, en 1902, la llegada de colonos galeses provenientes de Chubut que fue planificada por el gobierno local de la época.


Desde la llegada de los primeros expedicionarios, el lugar dejó entrever su potencial para la explotación agrícola, circunstancia que luego atraería cientos de pobladores criollos y extranjeros.


Basada en la idea de que la transmisión generacional de las expresiones culturales es una manera de preservar lo nuestro, impulsada por la convicción de que es fundamental reforzar las costumbres y fortalecer los valores que han perdurado a lo largo del tiempo, la Fiesta Nacional del Jinete y el Caballo invita a conocer de cerca la idiosincrasia campestre.